Fue un día de anguilas y gambas, de eneldo, rutabaga y ostra, remolacha, raifort y tarama, de aceitunas, de setas, de salmonete, y de hinojo y azafrán y buey y quinoa y avellanas heladas. Comer en M.B. resultó una experiencia inmensa, tan generosa y placentera que difícilmente cabe en un párrafo. Una continua mezcla de sabores bien diferenciados haciendo coro, una especie de pinacoteca y jardín aromático en un mismo espacio. Los sentidos despiertos, alerta, plenos.
Acompañamos este festín con Château de Sales, de la Región Vinícola Bordeaux, un vino de doce años complejo y frutal, con sus uvas merlot, cabernet sauvignon y cabernet franc envolviéndolo todo, ocupando cada resquicio, cada minuto.
Semanas después asistimos con gusto a una mezcla perfecta y compleja de sonidos y notas. Entre otras maravillas disfrutamos de Peces de ciudad, cantada por Ana Belén con su inmensa y generosa voz.