Tiene que ser a finales de verano, cuando el recuerdo de instantes intensos y reposados permanece inalterable. Tenemos que encontrar el día para estar los cuatro. Tiene que ser aquí, donde buscamos platos míticos y deliciosas novedades, donde el sosiego y la emoción nos invaden, donde la familiaridad es la norma. Esa noche quería unas uvas determinadas y el sumiller nos sugirió Château La Grave, de la A.O.C. Pomerol, en Francia, un vino hecho de merlot y cabernet franc, muy elegante, redondo y persistente, sublime.
Similares emociones y sosiego me produce Heartless, de Nathaniel Rateliff & The Night Sweats.