lunes, 21 de marzo de 2016

Clío


La primera experiencia que tuvimos en este restaurante fue, digamos, insatisfactoria y solo la compañía, y algún pequeño placer, permitió salvarla. Hace unas semanas regresamos con N. y A. y, ahora sí, hallamos la plenitud prometida. Comenzamos por la bodega, con sus mil botellas y sus viandas; pasamos a un comedor con unas vistas tan agradables como la conversación que allí se citó; reposamos finalmente en la terraza, acogedora y apacible.

Catamos dos vinos y uno de ellos fue Clío, de la D.O.P. Jumilla. Sus uvas monastrell y cabernet sauvignon están perfectamente ensambladas y le dan intensidad y una deliciosa persistencia. Un vino que te envuelve, que se queda en el recuerdo.

La música que me sugiere aquel día es la bossa nova, envolvente, apacible, acogedora. Como Tarde em Itapoã, de Vinicius de Moraes e interpretada también por Toquinho.


viernes, 4 de marzo de 2016

Bobos


Veníamos de disfrutar de una obra de teatro con tres fingidores, en la que nada era lo que parecía, ninguno actuaba según su voluntad, en la que la espiral de la trama se retorcía hasta hacerse neblinosa. Estábamos repasando las sensaciones que nos había dejado, las sorpresas del final, cuando apareció el sumiller con una preciosa botella en la mano inquiriendo: "¿Os atrevéis con este?" Aceptamos el reto porque, aun sin haberlo bebido antes, la experiencia nos dijo que ese vino no era sólo fachada.

Bobos, de la D.O. Utiel-Requena, debe su nombre a que, al parecer, es sinónimo de bobal, la uva autóctona de la que está enteramente hecho y que le proporciona frescura y persistencia, trabajo y originalidad. Un auténtico placer, un placer auténtico.

Poco después, una fría tarde de chubascos, a salvo en uno de nuestros refugios, sonó esta canción para cerrar un cierto, posible círculo. "Ojalá hubiera sabido todo lo que ahora sé cuando era más joven, más fuerte". Ooh La La, de Faces.