Habíamos quedado con A. para cenar y, sin dudarlo y compartiendo nuestra alegría, se apuntaron I. y R. Disfrutamos de unos platos exquisitos, de una perenne complicidad y de San Román, un enorme vino de la D.O. Toro que nos llenó y envolvió con su exclusiva, potente y densa uva tinta de Toro. Un placer para repetir.
Era un día de fiesta y, antes de concluirlo, en un local cargado de música nos topamos con una época exclusiva. Entre otras canciones, sonó Lobo hombre en París, de La Unión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario