Probamos por primera vez Martúe, de la D.O. Pago Campo de La Guardia, de Toledo, en una casa de techos elevados y paredes repletas de arte, un hogar que rebosa gastronomía, calor e ironía. En una comida excelsa y enriquecedora, en la que E. y C. por su edad debieron conformarse con agua, U. y Á. compartieron con nosotros el monovarietal 100% syrah. Fue tal el placer, fueron tales las sensaciones olfativas, gustativas y visuales, que es desde entonces uno de nuestros vinos favoritos. Después hemos bebido otros perfectamente ensamblados con cabernet sauvignon, merlot, tempranillo o petit verdot. Un vino grande, sabroso, peculiar.
No sé por qué pero hoy Martúe sabe a fado, a saudade, a buscada, magnífica melancolía. Como la voz de Mariza, que aquí interpreta con cercana emoción Ó gente da minha terra.
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