Hay momentos en los que, de improviso, cuando las tardes se tornan grises y neblinosas, cuando el reloj parece marcar siempre el mismo minuto y las caras se convierten en sosias y los cruces en espejos, aparece la maravilla. Me sucedió con Quinta do Alqueve, de la D.O.C. Vinos de Ribatejo, en Portugal. Estaba ahí, en la estantería, casi escondido, casi asomado, con sus uvas touriga nacional y syrah llamándome, atrayéndome. Su potencia, su lágrima, su sedosa caída, su maravilloso sabor, fueron una delicia.
Hace un tiempo, de manera inopinada y por un motivo probablemente intrascendente, D. me descubrió a Tom Petty. Cuando voy en coche y pongo el MP3, si no elijo una concreta canción, de improviso, suena A face in the crowd.
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