Una vez escribí: El suicidio,/ la pena de muerte/ y hasta la muerte misma/ van en contra de mis principios/ y mis finales/ inevitables./ No permiten/ una segunda oportunidad. La primera vez que bebí Piélago, de la D.O. Méntrida, no supe apreciar la elegancia de su syrah ni la profundidad de la garnacha; quizá fue el momento, tal vez la ocasión. Tiempo después decidí repetir y, entonces sí, pude disfrutar su íntima complejidad.
Por razones que no recuerdo, y otras que he olvidado, no me acerqué en su momento a la música intimista, profunda, de Antonio Vega, a su universo complejo. Pero hubo otras ocasiones y, por eso, le hago aquí un humilde homenaje con El sitio de mi recreo.
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